• Un libro dedicado a todas las personas del mundo, porque si algo tenemos en común es que todos somos hijos de alguien.
• Una balada al infinito. Un poemario de amor incondicional hacia los padres, ideal para regalar como muestra de amor y gratitud hacia ellos.
• Poemas dirigidos a padres y madres, con gran sensibilidad y sabiduría, de una mujer de la sierra murciana.
Magdalena S. Blesa se define a sí misma como una poeta de aceras y de patios. Sus bellas palabras ya han conquistado a muchos corazones, con poemas que se han hecho virales y que …
• Un libro dedicado a todas las personas del mundo, porque si algo tenemos en común es que todos somos hijos de alguien.
• Una balada al infinito. Un poemario de amor incondicional hacia los padres, ideal para regalar como muestra de amor y gratitud hacia ellos.
• Poemas dirigidos a padres y madres, con gran sensibilidad y sabiduría, de una mujer de la sierra murciana.
Magdalena S. Blesa se define a sí misma como una poeta de aceras y de patios. Sus bellas palabras ya han conquistado a muchos corazones, con poemas que se han hecho virales y que han llegado a millones de personas en todo el mundo, poniendo sus almas en pie.
El amor por mis padres me ha llevado a escribir este libro, que es una balada al infinito. Una forma de deciros, a los que aún los tenéis vivos, que no perdáis ni una sola ocasión de estar con ellos ni de darles todos los abrazos que yo me estoy perdiendo, porque: «Si yo tuviera padres, les daría la mano y me iría con ellos al mercado para hablar del precio de las verduras, nos tomaríamos juntos un aperitivo y les contaría que me siento orgullosa de ellos, tal cual son. Volveríamos a casa riendo, agradeciendo otro día más juntos y, al caer la noche, les diría que se esperasen un momento. “¿Dónde vas?”, me preguntarían. “Tardo poco, voy a alcanzaros la luna”».
Los padres, ay, los padres… que necesitan TODOS los abrazos y siempre se nos olvida alguno…
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Magdalena S. Blesa (Puerto Lumbreras, 1970) empezó a escribir con ocho años tras la muerte de su padre. Fue la poesía la que le permitió expresar su dolor. Y fue su madre, conmovida por aquellos versos, quien la animó a seguir escribiendo. Desde entonces, no ha dejado de hacerlo porque la poesía es para ella “una forma de llegar a lo más hondo de la gente”. Sus palabras y su voz tienen algo profundo que conmueve el alma de quien las lee o las escucha.
Magdalena recita versos en colegios, cárceles, librerías y hasta en las mesas del restaurante que regenta en Alhama de Murcia. Y se define a sí misma como “una poeta de aceras y de patios, de momentos y de mirar a los ojos”.